THE NARCO ARTIST, A BOOK BY JULIO CÉSAR VALDEZ

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Sinopsis

Cuando la política se ve contaminada por el dinero ilícito, los únicos perjudicados son los ciudadanos íntegros

Julio Valdez

¡AL DESCUBIERTO!

Arte y Narcopolítica en América

Desde Nueva York hasta el Capitolio

La narcopolítica ya no es un fenómeno limitado a América Latina. Ha cruzado fronteras y se ha infiltrado en el corazón mismo de los Estados Unidos. Dinero manchado de sangre ha financiado campañas políticas bajo el disfraz del altruismo, desde las comunidades inmigrantes de Nueva York hasta los pasillos del Capitolio en Washington.

Esta investigación parte de una historia real y perturbadora: la trayectoria de Darío Oleaga, un autoproclamado empresario originario de San Francisco de Macorís, República Dominicana, radicado en Nueva York desde mediados de los años noventa. A su llegada a Estados Unidos, Oleaga se introdujo en el mundo del narcotráfico con la ayuda de un pariente, Pedro Abreu, quien le proporcionó una significativa cantidad de cocaína para que la distribuyera en Washington Heights, lejos de los puntos controlados por Pedro. Así comenzó una carrera delictiva que, lejos de ser interrumpida por las autoridades, prosperó al amparo de las garantías legales del sistema estadounidense.

En 1998, cuando aún era un artista desconocido que deambulaba por las calles del Alto Manhattan, Darío conoce —gracias a Pedro— a Julio César Valdez, quien se convierte en su relacionista público con el objetivo de sacarlo del anonimato. Oleaga, formado en artes plásticas en Altos de Chavón, había soñado con abrir una galería en el sector de Inwood, pero fue persuadido por Valdez de invertir, junto a un socio narcotraficante, en un negocio más rentable: un nightclub.

Así nació Umbrella, un establecimiento nocturno que rápidamente se convirtió en un éxito comercial. Pero más allá del entretenimiento, Umbrella se transformó en el centro de operaciones perfecto para expandir el negocio de las drogas y otras actividades ilícitas. Este proyecto marcó el inicio de la construcción de un imperio empresarial usado como fachada para lavar dinero proveniente del crimen.

Las lecciones aprendidas en Umbrella brindaron a Oleaga una verdadera maestría en el manejo del sector gastronómico, al punto de convertirse en un referente entre otros miembros del bajo mundo dominicano-estadounidense, quienes buscaron su ayuda para montar negocios legales que encubrieran sus operaciones ilícitas. En redes sociales, Oleaga se muestra como un “empresario exitoso” y “emprendedor visionario”, aunque quienes conocen sus entresijos saben que esas empresas, en su mayoría, sirven de frentes para el lavado de activos.

Con el tiempo, Oleaga no solo diversificó sus negocios, sino que amplió su red de influencias. Estableció alianzas con figuras dominicanas prominentes, entre ellas un poderoso líder sindical de Nueva York, así como con políticos en busca de elección o reelección. Entre estos se encuentran desde funcionarios municipales hasta congresistas federales, todos unidos por una relación simbiótica con el empresario, quien asegura recompensar sus “aportes” con generosos favores económicos y políticos.

Esta red de poder e influencia se ha expandido hasta alcanzar las más altas esferas. Oleaga ha viajado a la República Dominicana junto al alcalde de Nueva York, ha establecido vínculos con la actual gobernadora del estado y mantiene, según él mismo, una relación privilegiada con un influyente representante en el Congreso estadounidense. Lo que se presenta como filantropía es, en realidad, una estrategia cuidadosamente diseñada para comprar acceso, protección e impunidad.

Los protagonistas de esta historia —narcotraficantes, lavadores de activos y políticos corruptos— no solo traen consigo costumbres y artimañas de sus países de origen, sino que también contaminan las instituciones que los acogieron. Son individuos carentes de valores, escorias humanas que traicionan a su patria y enlodan el nombre de sus compatriotas trabajadores. Son sanguijuelas dispuestas a sacrificar a toda una comunidad, a apuñalar el corazón del país que les abrió sus puertas y les ofreció las libertades que nunca habrían tenido en otra parte del mundo.

La influencia de Darío Oleaga sobre actores del poder público —mediante donaciones de dudoso origen y favores a puertas cerradas— revela una verdad inquietante: la frágil línea que separa el interés público de la ambición personal. Su capacidad para tejer una red de corrupción, desde el mundo del arte hasta los despachos del poder político, evidencia una estrategia meticulosa y una lectura cínica de las debilidades del sistema.

Las consecuencias de estas acciones no se limitan al daño económico o reputacional. Corroen la confianza en las instituciones, fomentan la impunidad y perpetúan un ciclo de corrupción difícil de romper. El narcotráfico, sostenido por el lavado de dinero, causa un sufrimiento humano incalculable, alimentando la violencia, la adicción y la desintegración social.

Este libro es una denuncia valiente y documentada. Una mirada profunda a un fenómeno que amenaza los cimientos de la democracia desde las sombras del arte… hasta las cúpulas del poder.

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